Nueva Ley de residuos y suelos contaminados, clave para la transición ecológica y digital

La sostenibilidad es uno de los aspectos que más preocupa en el ámbito de la construcción. Este sentimiento ha ido a más en los últimos años y, en consecuencia, la Unión Europea ha marcado unos objetivos en cuestiones de prevención, recogida, valoración, reutilización y reciclado para 2025, 2030 y 2035. El Gobierno, para cumplir con los objetivos establecidos ha aprobado la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para la economía circular.

Esta ley llega con la intención de garantizar el uso eficiente y equitativo de los recursos, base de la nueva economía. Actualmente la digitalización afecta a todos los aspectos de la vida, como la gestión de residuos, por ello el nuevo modelo económico no es ajeno a ella.

Aunque en un primer momento pueda parecer que los conceptos digitalización y gestión de residuos no tienen mucha relación, datos como que casi el 50% de las plantas de reciclado tienen alguna automatización digital, ya sea para separar los residuos por material o por peso, prueban que no es así. Esto mejora la recuperación de materiales, reduciendo la cantidad de residuos y consiguiendo materias primas secundarias.

En el sector de la construcción aplicar la automatización de alguno de los procesos de recolección de residuos mejoraría la eficiencia y proporcionaría más seguridad a los trabajadores, por ejemplo, manteniéndolos alejados de materiales nocivos como el amianto o el asbesto. La digitalización en la construcción también aceleraría los procesos de clasificación, recopilando un gran número de datos de los mismos. De esta manera tampoco se descartarían los materiales valiosos.

En la nueva ley, que fija como propósito general la reducción del peso de los residuos generados en un 13% para 2025 y un 15% para 2030, respecto a 2010, se establecen los criterios de recogida, separación, reutilización y reciclado de los desechos. Desde el 1 de julio de 2022, es obligatorio clasificar los residuos de construcción y demolición no peligrosos dependiendo del material: madera, fracciones de minerales (hormigón, ladrillos, azulejos, cerámica y piedra), metales, vidrio, plástico y yeso. También se deben clasificar los elementos aptos para la reutilización como tejas, sanitarios o elementos estructurales. Preferiblemente, la categorización se debe realizar en el lugar de generación de los residuos. Y, a partir del 1 de enero de 2024, la demolición se deberá realizar de forma selectiva, mediante un previo estudio en el que se identifiquen las cantidades que se prevén generar de cada material.

Gracias a esta ley y a su especial preocupación por los residuos que se generan en el marco de una obra se intentará reducir la huella ambiental que deja este sector. Uno de los grandes hitos a los que se aspira es que la construcción deje de ser uno de los principales emisores de CO₂.

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