La calidad del aire: una asignatura pendiente
La relación entre la calidad del aire interior (CAI) de los hogares y su impacto en la salud de los ocupantes es un tema de preocupación recurrente de los expertos en la materia, pero la llegada del Covid-19 la convirtió en una prioridad para el sector de la vivienda.
El parámetro principal para calcular la CAI son las tasas de concentración de CO₂, que no deben superar 900 ppm (partes por millón), como establece la normativa. Los expertos creen que las concentraciones de dióxido de carbono por encima de 1000 ppm son perjudiciales para la salud, nocivas desde las 2500 ppm y graves a partir de 5000 ppm.
Recientemente, el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) ha realizado una investigación pionera para valorar la acumulación de CO₂ en el interior de las viviendas españolas. De acuerdo con el “Estudio sobre la calidad del aire interior en las viviendas”, la concentración de dióxido de carbono en la mayoría de los hogares supera los límites marcados.
El estudio se realizó en 31 hogares, ubicados en diferentes regiones del territorio nacional, durante 9 días ininterrumpidamente. Las mediciones confirmaron que en el 58% de los salones la concentración de CO₂ es superior a las 900 ppm, es decir, poco saludables para sus habitantes. Aunque ésta no es la peor estancia de las casas. El 71% de las habitaciones superan el límite, y si la puerta está cerrada el porcentaje aumenta hasta el 100%.
El tipo de ventanas de las viviendas influye en la calidad del aire interior. Paradójicamente, las casas con ventanas de mejor calidad son las que tienen las concentraciones más altas de dióxido de carbono. Los hogares con ventanas herméticas en un 81% de los dormitorios y en un 75% de los salones superan las 900 ppm. Los domicilios que no disponen de este tipo de aislamiento en las ventanas superan el umbral saludable el 57% de los dormitorios y el 43% de los salones.
La antigüedad de las construcciones también es un parámetro relevante a la hora de calcular la CAI. En el 2006 se publicó el Código Técnico de la Edificación, que hace hincapié en la importancia de un buen aislamiento térmico. Sin embargo, el aislamiento provoca un aumento de la concentración de CO₂ en el interior de los domicilios.
De esta casuística podemos extraer que las nuevas edificaciones disponen de ventanas y cierres acordes a la normativa y que, los edificios construidos con anterioridad a la normativa precisan de rehabilitación para cumplir con la misma.
Dado que el aislamiento hermético propicia un mayor porcentaje de ppm, se prevé que la segunda fase del estudio estará centrada en mejorar los sistemas de ventilación de los hogares.